"Carnaval toda la vida”, canta la hinchada de Boca, después de un popurrí de canciones dedicadas a River. Celebra. Grita fuerte por el primer triunfo de local justo en el último partido en la Bombonera antes del superclásico de visitante. Nada más importante. Levanta a su equipo, le pide más huevo por momentos aunque también falta juego, y lo empuja para lo que viene.
Lo mejor de la noche, en definitiva, fueron los tres puntos, la victoria, la racha que se cortó, hacer lo que tenía que hacer. Y Kevin Zenón, por supuesto.
Hay tiempo para mejorar y corregir, y es más fácil hacerlo en la victoria que en la derrota que acá enseguida genera crisis. El camino está a la vista. Para que este Boca cambie parece haber una sola solución y es que Zenón contagie al resto. Por su energía, frescura, cambio de ritmo, incluso algo tan sencillo como las ganas. De encarar, jugar rápido, picante, no dormir la pelota cuando apenas vas ganando por 1-0 a Central Córdoba en la Bombonera.
Lo que no debería pasar es que fuera al revés y Zenón se contagie de la mayoría de sus compañeros. Los que traen los vicios de antes, los que juegan lento, los que tocan para el costado o para atrás. Los que juegan prolijito, dan un pase correcto al que está al lado a un metro de distancia. Los que la gente no banca y chifla cuando anuncian la formación. Algo nunca visto en la historia de Boca, que chiflen a sus jugadores cuando los nombra la voz del estadio.
La renovación la traen también Lema, que en cinco fechas consiguió que la gente se levante en algunos de sus quites. E incluso Lautaro Blanco, pese a que esta vez terminó las jugadas con centros de los que no le gustaban a Guillermo Barros Schelotto.
Merentiel obviamente está en la sintonía correcta, lo mismo que Chiquito Romero y Advíncula. La Bestia viene bien desde el año pasado cuando fue el goleador del equipo por encima de Benedetto y Cavani. Las pelea todas, se muestra siempre como opción. Y como buen hombre del gol es capaz de robarle el gol a un compañero empujando una pelota que se mete mansa al arco, luego de un gran pase de Bullaude y definición de Zenón.
Así, parece haber dos Boca. Uno nuevo y otro viejo. El viejo es el que se parece al de Almirón y tira al equipo para atrás después de la ventaja, el que no sabe cómo apabullar a un rival en su estadio, no lo arrincona, no lo hace sufrir, y le permite seguir increíblemente con vida. A la espera de algún acierto que termine en el gol del empate.
El volantazo de un partido al otro tampoco fue solución. Porque Janson, que nunca había sido titular en el ciclo, no fue solución cuando no pudo quitarse a un rival de encima en una jugada en la que giró e intentó ganar en velocidad. Tampoco Bullaude, titular en los primeros partidos, luego suplente y ahora de vuelta titular con unos buenos primeros minutos y después, menos de lo que se espera para el creativo.
Los hinchas se dan cuenta, lo ven. Por eso se levanta e intenta levantar al equipo cuando a los 18 minutos del segundo tiempo Romero termina tapando un cabezazo de peligro. Y gritan que “para salir primero hay que poner más huevos”.
Martínez también lo ve. Porque enseguida manda a llamar a Jabes Saralegui y Luca Langoni por Bullaude y Janson. Y la cosa funciona, las ganas son contagiosas, y el gol de Zenón para el 2-0 luego de una jugada de Advíncula hizo que la cancha fuera una fiesta hasta el final. Con un último pedido que bajó cuando el equipo se iba del campo de juego: "Contra River tenemos que ganar...".