Por César López – Técnico Superior en Turismo
El título que preside estas líneas, define cómo se encuentra el gran pulmón de Sudamérica, Los Esteros del Iberá. Solo Osvaldo Sosa Cordero, un orfebre de la literatura correntina, pudo plasmar en su poemario Romancero Guaraní, esa escena “EL SILENCIO DEL GRAN ESTERO DORMIDO”.
Sin darse cuenta, describió con pulso de artista, una imagen que ilustra parte de la situación del IBERA, diezmado, por los incontrolables incendios.
La catástrofe ambiental impactó en más de un millón de hectáreas del territorio provincial, cifra equivalente al 12% de la superficie. El fuego en los Esteros se llevó sin piedad, los humedales, pastizales y bosques nativos; hogar y sustento de una fauna prodigiosa que quedó atrapada en la hoguera ardiente de las llamas. Algunos ejemplares legendarios, como el Yetapá de Collar, emprendieron vuelo y ante tanta tristeza, se fueron de gira. Varios de los portales de acceso quedaron clausurados, con zonas oscuras, envueltas en cenizas. La catástrofe ecológica fue descomunal, impensada, al igual que la dolorosa pérdida de los bienes materiales de la comunidad productora.
Este lamentable episodio, afectará al sentido total de nuestra existencia. Por eso, ya es tiempo de valorar los innumerables beneficios sustentables del IBERA y los patrimonios culturales que brotan desde el manantial de su naturaleza. Desde allí nace el fenómeno antropológico que se desgrana como un rosario de dones y estampan un sello de identidad en el A.D.N. de Corrientes. Cada paisaje inspiró a infinidades de cultores del arte autóctono, forjó las creencias y leyendas del mundo guaraní, las costumbres más arraigadas de sus pobladores y nos continúa educando con la sabia pedagogía que vierte el turismo. Es la piedra angular de nuestra construcción ontológica, porque CORRIENTES NO ES CORRIENTES SIN EL IBERA.
A pesar de ser un atractivo turístico por excelencia y modelo de conservación a nivel mundial, cuesta comprender cómo pudo ocurrir semejante destrucción. Muestra un descuido total de la gobernanza del estado, la ausencia de una planificación contra la sequía y los riesgos de las elevadas temperaturas provenientes del cambio climático. Está claro por qué todavía no llegamos a constituirnos como una provincia turística, ya que ni siquiera podemos brindar protección a los ecosistemas que son vitales en toda gestión política del turismo.
Hoy se desangra nuestro patrimonio natural, pero también la cultura, nuestra historia y tradición; se desvanece la vida. Confío en que podremos revertir todo aquello que paraliza nuestro desarrollo como sociedad y retrasa el progreso definitivo. Entretanto como dijo Osvaldo Sosa Cordero, en su Romancero Guaraní, allá por los años 60: “EL IBERA DUERME SU SUEÑO DE MITOS.”