La tercera estrella brilla. Brilla blanca y celeste en el cielo inmaculado del fútbol argentino. La victoria por penales en la final ante Francia tras igualar 3-3 en el tiempo regular y el alargue, es un haz de luz penetrante en el corazón de cada argentino.
Argentina volvió a tocar el cielo en Qatar 2022 y el mundo se detuvo para mirar cómo una camiseta celeste y blanca hacía historia. Fue mucho más que un título: fue una caricia al alma de un pueblo que nunca dejó de creer, aun cuando el camino parecía cuesta arriba. En cada partido latió la memoria de los que ya no estaban, la fe de los que siempre alentaron y el sueño intacto de generaciones enteras que crecieron esperando este momento.
Ese equipo no solo ganó partidos: se sobrepuso al golpe inicial, caminó al borde del abismo y eligió levantarse una y otra vez. Con Messi como bandera, pero con un grupo que entendió el valor de la entrega colectiva, Argentina volvió a ser sinónimo de carácter, talento y corazón. Cada atajada, cada cruce, cada gol se gritó como propio, porque en esa cancha estaba representado todo un país.
Aquel inolvidable 18 de diciembre quedó grabado para siempre en la historia y en la piel. La final fue una montaña rusa de emociones que terminó con un grito liberador, eterno, imposible de olvidar. Argentina fue campeona del mundo: con identidad, con épica y con amor. Qatar 2022 no fue solo una Copa del Mundo: fue la confirmación de que los sueños, cuando se persiguen juntos, también se hacen realidad.
Por eso como ayer. Como hace tres años. Cómo será para siempre... Todos somos Argentina Hermano. Todos somos Argentina. ¡Carajo!
FUENTE: LA AFA



















