Juan Domingo Perón, un líder que marcó un hito en la historia política, social y económica de Argentina y América Latina, falleció el 1 de julio de 1974 en Buenos Aires. Su legado se centra en su lucha por la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.
Su muerte dejó un vacío significativo en el liderazgo del país, que rápidamente se sumió en una ola de violencia y crisis, desembocando en una de las dictaduras más sangrientas de su historia.
Nacido el 8 de octubre de 1895 en Lobos, provincia de Buenos Aires, Perón inició su carrera en el ámbito militar, alcanzando el rango de coronel y ocupando el cargo de vicepresidente de la Nación. Desde su posición como secretario de Trabajo y Previsión, implementó diversas políticas que beneficiaron a los trabajadores, tales como la instauración del salario mínimo, el aguinaldo, la jubilación, la sindicalización y la negociación colectiva. Su popularidad creció entre las clases trabajadoras, que lo reconocieron como «el primer trabajador».
Perón regresó al país en 1973, tras un prolongado período de resistencia popular y levantamientos militares. Fue recibido por una multitud que lo aclamó como el líder indiscutido del pueblo. En las elecciones, ganó la presidencia por tercera vez con el 62% de los votos, acompañado por su esposa, María Estela Martínez de Perón, como vicepresidenta. Sin embargo, su tercer mandato estuvo marcado por la violencia política, conflictos internos dentro del peronismo, crisis económica y un deterioro en su salud. Perón falleció a los 78 años debido a una insuficiencia cardíaca. Su cadáver fue secuestrado y profanado por sus adversarios, pero finalmente fue devuelto a su viuda y sepultado en el cementerio de la Chacarita.
A lo largo de su vida, Perón demostró una notable capacidad política, social y humana, dedicando su existencia a la lucha por la libertad y la justicia de los pueblos. Su legado continúa siendo una fuente de inspiración y orgullo para todos los argentinos y para quienes valoran la democracia y la soberanía.