Fue izada por primera vez en 1812 junto al Paraná. La versión con franjas celeste y blanca generó polémicas y debates que aún siguen vigentes.
A más de dos siglos desde su creación, la historia de la bandera argentina sigue sumando versiones sobre los gestos heroicos, decisiones políticas y su fuerte carga simbólica con la que mantiene a lo largo de los años. Lejos de ser un hecho aislado, el momento en que Manuel Belgrano enarboló por primera vez la enseña celeste y blanca está rodeado de versiones cruzadas, interpretaciones históricas y algunas leyendas que alimentan el imaginario nacional.
Cada 20 de junio se conmemora en Argentina el Día de la Bandera, fecha elegida en honor a Belgrano, su creador. Aquel símbolo que hoy flamea en escuelas, plazas y edificios públicos encierra mucho más que una combinación de colores: refleja la lucha por la independencia, la construcción del Estado y la voluntad de un pueblo de darse su propia identidad. La vexilología, la disciplina que estudia las banderas, recuperó datos valiosos para comprender con mayor profundidad cómo nació este emblema y qué significados encierra.
Aunque los relatos escolares instalaron una versión bastante uniforme, la reconstrucción de los hechos muestra que el nacimiento de la bandera estuvo atravesado por tensiones políticas, decisiones improvisadas y algunas intervenciones que buscaron borrarla del mapa. Sin embargo, la iniciativa de Belgrano logró imponerse con el paso del tiempo y fue adoptada como símbolo oficial, aunque su diseño definitivo se consolidó recién varias décadas después.
Cómo fue la primera vez que Belgrano lució la bandera argentina
El 27 de febrero de 1812, en la ciudad de Rosario y junto al río Paraná, Manuel Belgrano ordenó izar por primera vez una bandera con los colores celeste y blanco. Según los relatos populares, fue confeccionada por María Catalina Echevarría con telas proporcionadas por Vicente Tuella, y quien la alzó fue Cosme Maciel. Sin embargo, ninguno de esos datos se encuentra respaldado por documentos oficiales, lo que genera dudas sobre la veracidad de algunos detalles difundidos oralmente.
Lo que sí está registrado es que Belgrano solicitó días antes al Primer Triunvirato la creación de una escarapela que diferenciara a las tropas patriotas de las realistas. El 18 de febrero de 1812, el gobierno aprobó el uso de los colores blanco y azul celeste, y poco después el prócer encargó una bandera basada en esos tonos. En una carta justificó su decisión afirmando que era necesaria para distinguir a sus soldados, aunque no especificó si el diseño tenía dos o tres franjas, punto aún debatido por historiadores.
La respuesta del Triunvirato fue negativa. Consideraban que el gesto podía afectar la política exterior y comprometer la posición oficial del Estado frente a España. Por eso, le exigieron que ocultara el estandarte y lo reemplazara por una bandera roja y amarilla, similar a la que ondeaba en el fuerte de Buenos Aires hasta 1815. Belgrano, que ya se había trasladado al norte, no llegó a recibir la carta a tiempo, y el 25 de mayo volvió a enarbolar la bandera durante una ceremonia en Jujuy.
El reproche del gobierno llegó poco después, y aunque Belgrano respondió que la había desarmado para evitar conflictos, la historia tuvo otro final. Al caer el Triunvirato, retomó el uso de este símbolo celeste y blanco, que juró junto a sus tropas en el río Pasaje, antes de la batalla de Salta.
Uno de los interrogantes que persiste es qué sucedió con aquella primera bandera. Se cree que, tras la negativa inicial del Triunvirato, el comandante Perdriel pudo haberla destruido. También se debatió sobre la inspiración de sus colores: algunos lo atribuyen a las cintas de French y Beruti, otros al cielo, a la Virgen de la Inmaculada Concepción o incluso al uniforme de los Patricios. Pese a eso, la teoría más aceptada sostiene que los colores se tomaron de las bandas de los Borbones, visibles en retratos oficiales de la época.
Una pista adicional proviene del retrato que el artista Carbonnier hizo de Belgrano en 1815, donde aparece una bandera de dos franjas detrás suyo, posiblemente relacionada con la batalla de Salta. Aunque algunos sostienen que se trata de una banderola de artillería, otros ven en esa imagen un testimonio gráfico clave. San Martín, por otra parte, utilizó una bandera de diseño similar para el Ejército de los Andes, lo que refuerza la idea de que el celeste y blanco ya estaban consolidados como símbolo patriótico.