Por César López – Técnico Superior en Turismo
Es una de las pocas esculturas pedestres, en su honor, que existen en el país. Se encuentra en la plaza que lleva su nombre y es Monumento Histórico de la Provincia de Corrientes. Lo recuerda al prócer divisando la Cordillera desde el campamento “El Plumerillo”.
Antiguamente este paseo público de nuestra ciudad funcionaba como mercado, donde las carretas y vehículos de gran tamaño se detenían para realizar sus acciones comerciales. Tiempo después, comenzó a construirse la escultura hecha de bronce y fue inaugurada en el año 1927. El artista que materializó esta obra de arte fue Juan Carlos Oliva Navarro, de sus manos provienen varios monumentos que elevan al patrimonio artístico de la nación. Entre los cuales se puede nombrar a la estatua del primer fundador de Buenos Aires, Pedro de Mendoza en el Parque Lezama y la figura ecuestre de San Martín (montado a caballo) empuñando su sagrado sable corvo protector que está presente en la ciudad de Santo Tomé, Corrientes.
Estatua de San Martìn en Goya
El monumento ubicado en nuestra Plaza San Martín mide más de dos metros de alto y está sobre un pedestal de granito cubierto por placas, escoltado por cañones verdes que veneran la gloria de su legado siendo como una luz redentora para los pueblos libres de América. Alejándonos de Goya y mirando hacia otros lugares de nuestro país, resuena entre las estatuas pedestres del libertador, la que se erige en el corazón de la ciudad de Mar del Plata. Obra de Luís Perlotti, modelado y vaciado al bronce, se lo puede visualizar al Padre de la Patria en avanzada edad, de pie, sosteniendo su sombrero con la mano izquierda y con la otra el bastón. En una postura rígida y altiva, su mirada se pierde en el confín de la costa atlántica, envuelto por su capote al viento.
Estatua de San Martìn en Mar del Plata
La obra de Luis Oliva Navarro, puesta en la plaza San Martin de Goya, evoca al prócer en su histórico campamento “El Plumerillo”, divisando la geografía andina para dar inicio a su estrategia heroica que cambiaría para siempre el rumbo de tres naciones. Es necesario cuidar estas joyas insertas en el paisaje cotidiano de nuestra vida, en el hogar eterno de las golondrinas de San Juan de Capistrano. Los monumentos que embellecen los espacios verdes son los mojones preferidos de los visitantes que desde el turismo cultural se abandonan en las experiencias más auténticas y educadoras que habitan en una comunidad.