Por César López – Técnico Superior en Turismo
El 10 de agosto la legendaria institución cumple 135 años, siendo la cuna de grandes protagonistas de la cultura argentina. La visión de Mariano. I. Loza, destacado político y gestor de aquel sueño, quedó inmortalizada con una mole arquitectónica de estilo europeo.
A finales del siglo XIX, en pleno proceso de modernización del país, la elite política tuvo como una de sus estrategias educar al soberano. Un proceso puesto en marcha bajo un esquema normalizador para unificar definitivamente el Estado nacional, atravesado por el multiculturalismo de las inmigraciones. A raíz de esto, figuras de gobierno con ideas progresistas impulsaron la creación de escuelas públicas normales. Los elementos pedagógicos utilizados para impartir los conocimientos eran el guardapolvo blanco, el sistema de pupitres pegados entre sí y sujetos al piso, una tarima para el docente y contenidos de enseñanza estrictamente nacionalistas. Por tal motivo, introdujeron en los libros escolares la historia de próceres, las canciones patrias en los actos y la celebración de fechas que rememoran sucesos políticos de guerras y batallas. En ese contexto, surgió la ESCUELA NORMAL MIXTA “DR. MARIANO. I. LOZA”, quien, junto a Valentín Virasoro, fundó la Sociedad Amigos de la Educación, comisión creadora de este templo emblemático del saber.
La memoria y generosidad de Mariano. I. Loza, son veneradas en el centro del patio principal, con una escultura de bronce que lo presenta con las manos, puestas en los bolsillos y la mirada hacia la entrada de la escuela. Es una obra del artista Luis Perlotti del año 1937 que cuenta con dos metros de altura y se eleva sobre un pedestal de granítico.
En un primer momento, la entidad educativa funcionaba en el edificio del Banco Nación, frente a la Iglesia Catedral, con el nombre de “Escuela Popular de Niñas” en el año 1887. Más tarde, se construyó el enorme edificio que brilla en el circuito turístico de nuestra ciudad, y despunta su esplendor en el eclecticismo de la expresión artística de su arquitectura. El Salón Blanco “Isabel King” es la fina perla que luce la Escuela Normal en su interior, donde todavía se escuchan los pasos perdidos de grandes gestores del pensamiento vanguardista. Su composición de dos plantas se eleva unos 16 metros y concentra especialmente destellos de la arquitectura francesa, con arabescos y ornamentos sobre el techo y sus puertas italianizantes.
El nombre de este lugar histórico, hace referencia a la maestra norteamericana Isabel King que al igual que su hermana Raquel, arribaron a Goya para establecer las bases del progreso intelectual de innumerables generaciones. Hoy, como hace más de 100 años, la Escuela Normal continúa siendo una brújula cultural de la historia de Corrientes