
La permanencia de la Talabarteria El Potro es un testimonio del valor de los artesanos de esta localidad y de su lucha por la supervivencia económica y cultural, sobre todo, cuando en la actualidad pocos trabajan en este oficio tradicional de gran calidad estética. En el caso de El Potro, Liliana Di Filippo de Arnica, dijo en el programa “Abran cancha” que se emite por FM Norte que “la talabartería nació en el año 1954, mis padres abrieron el negocio, mi papa vino a Goya, era de Buenos Aires, porque era militar, era cabo talabartero y cuando tuvo que renovar contrato (porque así era en ese momento) decidió abrir la talabartería con ayuda de los amigos. De Don Angel Piasentini, con exactitud”.
“Largaron el negocio entre los dos, papa en el taller, mamá en el negocio. Alberto, mi hermano, tenía 10 meses. Y toda la vida estuvimos ahí en el negocio. Alberto se hizo odontólogo y yo maestra. Pero siempre venía de la escuela, me quedaba con mamá en el negocio. Primero murió papá, mamá siguió luchando, el taller, cada vez más chico. Y después, también, murió mamá. Y yo justo me jubilada, entonces me quedé con mi esposo en el negocio. Así es la historia y seguimos acá”.
“Ahora, la talabartería es más venta que creación. Porque antes, todo se hacía en la talabartería. Ahora es más venta y arreglo de cosas: de bolsos, de valijas, de mochilas, y fuimos agregando otros rubros. Porque solamente con la talabartería es imposible”, dijo.
LOS MATERIALES
Con respecto a los materiales y el giro comercial en general dijo: “Se traen suelas de Reconquista, de Córdoba; cueros de Buenos Aires. Cuesta traer los materiales, por los fletes. Pero bueno, hay que seguir. El cuero es muy noble. Viene gente del campo que ha comprado su cinto rastra hace 40 años y vienen a la talabartería para renovarlo. Ahora los cintos rastras se hacen a pedido y a medida. A veces usando la rastra que tiene el dueño, de marcas Sol, que ya no existen pero que se mantienen inalterables”.
EL CABALLO
Un elemento inalterable de la talabartería es un caballo negro, una especie de manequi equino que sigue sorprendiendo a quienes pasan por la vidriera de El Potro. “Sigue estando acá y sigue sorprendiendo a los niños que preguntan si es de verdad y se sacan fotos. El caballo sigue con nosotros”, aseguró.