El Xenieze derrotó como visitante 2 a 1 al Tomba, con tantos de Miguel Merentiel de penal (6 m PT) y de Nicolás Figal (20m ST); mientras que Hernán López Muñoz (10m ST) había empatado transitoriamente para el local.
Fue evidente desde el comienzo que Boca salió consciente de estar frente a la última oportunidad de clasificarse a la Copa Libertadores. Claro que a la actitud la tiene que ayudar con esa cuota de empuje del destino que le diera un poco de viento a favor. No es que los últimos resultados o las cuatro victorias en 23 partidos hayan sido solo por mala suerte. Pero definitivamente no es lo mismo salir del vestuario 0-1 en la primera jugada del rival que con un penal a favor a los 3 minutos de juego tras un remate de Saracchi a la salida de un córner. Corner generado tras una posesión casi exclusiva del Xeneize desde el inicio, con un Medina dispuesto a demostrar que no lo deben volver a dejar afuera del equipo y un Barco lanzador para que -por poco- Merentiel no pusiera el 1-0 que terminó concretando el propio uruguayo con ese tiro desde los doce pasos.
En esos tres nombres se basó lo mejor del equipo de Herrón en los 90 minutos. Los dos volantes se asociaron una y otra vez, y se impusieron no desde una dinámica imparable, sino por su capacidad para cubrir y sostener la pelota y buscar siempre opciones de pase.
Merentiel, en tanto, se puso el equipo al hombro desde casi ser el único delantero puro en la noche. Y generó y obligó y luchó y jugó y se quedó con el rol de goleador del año y del “él y quién más” que será el ataque de Boca en 2024.
Pero si bien esas buenas intenciones se juntaron con el resultado favorable, Godoy Cruz tampoco tuvo una noche iluminada para complicar a un equipo que, en retroceso, dudó mucho y cometió errores que en otros partidos le costaron más caros. La contención -con Equi muy solo- se complicó solamente a partir del buen partido de Hernán López Muñoz.
Boca conservó la ventaja en el primer tiempo pese al empuje del local y gracias a una gran atajada de Chiquito en modo Copa Libertadores.
Gran partido de Sergio Romero (Fotobaires).Gran partido de Sergio Romero (Fotobaires).
El inicio del complemento dejaba la sensación de tener enfrente al Boca de los últimos partidos: con dos o tres asociaciones positivas pero sin inquietar, o más bien con Merentiel demasiado solo para que el peligro que generaba se transforme en alguna chance concreta de gol. Un gol muy necesario para este Boca frágil de la cabeza.
Un Boca en el que cualquiera puede convertirse en culpable. Porque eso es en lo que se transformaron los que quedaron en evidencia en los últimos derrapes que dejaron al equipo (que jugó 62 partidos en el año y llegó a estar a punto de coronar lo máximo) al borde del abismo.
Así les pasó a Fabra y a Saracchi con sus expulsiones en los partidos ante Fluminense y Estudiantes. Y así le pudo pasar a Nicolás Figal después de una salida sin ninguna lógica en la cual le regaló medio empate a Godoy Cruz.
Medio, sí. Porque la otra mitad la completó la zurda de López Muñoz, esa extraña mezcla de familiar directo de Maradona y producto de la cantera de River. El pibe maravilla del Tomba no dudó y se la puso contra el palo a Chiquito, abajo. Inatajable.
Otra vez era a empezar de cero para Boca, con todo lo que implicaba. Una tarea más que dificil en este final de temporada. La sensación era más propensa a volver a ver esa impotencia característica de los últimos partidos que de la chance de lograr una hazaña escondida en algún héroe que mantenga viva la esperanza de esa Copa Libertadores 2024 que ya parecía no una utopía sino definitivamente una puerta cerrada.
Pero el héroe apareció y fue el mismo que un rato antes era culpable. Otra vez tras un córner de Barco, esta vez a la cabeza de Weigandt, quien se la bajó a Figal para que solamente tenga que empujarla. Gol. Alivio. Y abrazos de los compañeros para el central.
El local siguió siendo impotente pero Boca había aprendido la lección. Los nervios del final, con tumultos entre los jugadores, demostraron el parto que terminó siendo para Boca este 2023. Que -con lo último- jugó su carta. Y ahora debe esperar.