Muchas personas adultas sienten que no tuvieron los padres que les habría gustado tener. Si este es tu caso y ya sos mamá o papá, es importante que sepas que los padres no son siempre los modelos de paternidad o maternidad que uno debe seguir. Independientemente de lo que nos haya tocado vivir, cada uno de nosotros es capaz de construir su propio estilo.
Un error que la mayoría de nosotros solemos cometer es divinizar o demonizar a nuestros padres. La verdad es que nadie es perfecto y todos tenemos puntos fuertes y puntos débiles. Todos los seres humanos somos el producto derivado de la herencia que recibimos del entorno familiar y del pasado.
Podemos ejemplificarlo de esta manera:
Supongamos que tu nombre es Juan o Juana Pérez. Frente a ello, podes adoptar estas tres posibles posturas frente a la vida que son las siguientes:
1. Elegís ser simplemente Juan o Juana
Es la actitud que adoptaría un adolescente que no desea tener relación cercana con sus padres y no toma nada de ellos. Mamá o papá le ofrecen su ayuda y les responde: “¡No quiero nada de ustedes, déjenme en paz!”. Es el adulto que reniega de su familia de origen y decide construir su propia vida. Algunos, incluso, ya no están en contacto con ellos y esto se debe a que sufrieron mucho en la niñez y no lograron sanar esa herida. Se sienten los constructores de su vida.
2. Elegís ser Pérez
Es la actitud de la persona que no se anima a construir una vida propia y prefiere seguir dependiendo de sus padres o su familia de origen. Actúa igual que ellos. Algunos trabajan en la empresa o negocio familiar o escogen la misma profesión. Sin darse cuenta, quedan atascados y no pueden avanzar. Son aquellos que crecen para reproducir el mismo comportamiento negativo que sus padres, como por ejemplo la violencia. Pero lo cierto es que todos tenemos el potencial de construir algo nuevo, más allá de lo que hayamos vivido.
3. Elegís ser Juan o Juana Pérez
Es la actitud de la persona que ama y valora a su familia de origen, porque los acepta tal y como son, con virtudes y defectos. Y a todo eso, le suma su propia construcción. Esta es la única posición que nos permite tener una vida plena y disfrutar de nuestra identidad en libertad.
Un ser humano posee características de sus padres, pero en realidad es mucho más que eso.
Es por ello que, si tuvimos una infancia difícil, necesitaremos ser sanos emocionalmente para contar con la fuerza suficiente para construir lo que cada uno anhela para su vida. La tercera postura es sana, pues nos habilita, hayan sido como hayan sido nuestros padres, a construirnos como el adulto con el que nos habría gustado crecer.
Recordá esto: no sos tu herencia familiar ni tampoco tu propia construcción. Sos una mezcla maravillosa de ambas cosas. Y, aunque no seas responsable de lo que te sucedió en el pasado, hoy tenés la responsabilidad de lo que hagas con esas experiencias. Contás con las herramientas internas para construirte la vida de tus sueños.