El cuerpo físico está sustentado por el alma y el espíritu, esto es innegable, y cuando el cuerpo muere se descompone y desaparece. Pero, ¿qué sucede entonces con el alma y el espíritu de la persona fallecida? Según los especialistas en la temática, tenemos tres cuerpos o vehículos que corresponden a niveles diferentes y se integran en este mundo físico. De ellos, uno solo puede percibirse a través de los sentidos: el cuerpo físico, soporte de la materia densa de la que estamos hechos. Los dos restantes son cuerpos sutiles: el cuerpo espiritual y el cuerpo astral, mediador este último entre la parte física inferior y la parte espiritual superior. Estos cuerpos pertenecen a mundos invisibles en los cuales continúa la existencia después de la muerte del cuerpo físico.
Somos seres activos, dotados de movimientos, es decir, animados. Animado quiere decir, en latín, que tiene vida, ánima, soplo, aliento. Por lo tanto, tenemos un alma. A su vez, el concepto de espíritu no es de fácil definición, porque hay una clara tendencia a confundirlo con el alma. San Pablo postula al alma como el principio de la vida en este mundo, mientras que define al espíritu por el hecho de participar de la vida divina. Desde este punto de vista cristiano si se lo quiere llamar así, el alma es el principio vital orgánico que da vida al cuerpo, y el espíritu abarca las funciones correspondientes al entendimiento y a la razón.
Diferencias
Para facilitar la comprensión del tema, comparemos al hombre con un carruaje. El carro representa al cuerpo físico, el caballo al alma y el cochero al espíritu. El carro (cuerpo físico) no puede moverse por sí mismo, es el caballo (cuerpo astral o alma) el encargado de darle vida y movimiento, pero el caballo no puede imprimirle un rumbo fijo, no puede darle una adecuada dirección. El encargado de esta actividad será precisamente el cochero (espíritu) quien comanda la dirección que llevará el carruaje y dirige su sentido. En resumen, digamos que el hombre está formado por tres principios o elementos: uno el cuerpo físico, otro, que anima y mueve todo, el alma y un tercero que gobierna al ser entero, el espíritu. La diferencia esencial entre alma y espíritu estaría dada por la función que cumple cada uno. El alma anima al cuerpo y otorga vida al organismo, mientras que el espíritu se expresa mediante la inteligencia, dirigiendo y orientando nuestras acciones, permitiéndonos imprimir un sentido superior a nuestra vida. El alma es el “yo” individual y el espíritu el “ser inmortal”. Si el alma y el espíritu son sutiles e invisibles y pertenecen a otros planos de existencia también sutiles, entonces ¿qué sucede al morir el cuerpo?
El instante de la muerte
El movimiento que realiza el alma para desprenderse del cuerpo físico puede producirse de muy diversas maneras. Así, la muerte repentina de una persona relativamente joven, será distinta, por ejemplo, de la muerte de un ser que ha llegado a la vejez con la tranquilidad de haber cumplido con su deber en esta vida, ya que, en este último caso, la partida del alma se producirá en forma paulatina y serena, como si todo ya estuviera programado. Cuando se enferma gravemente un familiar o un amigo, nos preocupamos y angustiamos, ante una enfermedad muy dolorosa nos desesperamos y no sabemos cómo actuar para aliviar el padecimiento del ser que sufre.
Sin embargo, desde el punto de vista espiritual, todos los dolores que soporta el enfermo, son de un incalculable valor en la otra existencia, sobre todo si fueron soportados con fortaleza y conciencia. Es importante el ambiente que rodea a un ser querido a punto de morir, que está por partir. Los gritos y lamentos de los familiares producen en el alma del que está a punto de partir una penosa impresión y sensación de susto ante lo desconocido que vendrá. Con todo eso se logra que el alma no se decida a partir, viendo el dolor que causa entre las personas queridas. Las oraciones en cambio, la calma y la tranquilidad ante lo inexorable, poseen un efecto muy benéfico y positivo. Lo recomendable en estos casos es mantener la calma y un silencio respetuoso, a fin de facilitar al alma que está por irse, el examen de su vida pasada, porque al atravesar el portal de la muerte, aparecerá ante ella una reminiscencia de todo lo pasado en su vida, rápidamente, como si fuera una película. Los actos de la persona pasan rápidamente frente a ella, como si se tratase de un compilado de una secuencia fílmica. El ser a punto de morir las percibe sin emoción alguna, es solo un espectador objetivo y sereno. Es importante que alma esté tranquila y serena en este momento tan importante y fundamental en su transición hacia un plano superior.
La persona que en esta vida fue apegada a los valore materiales y físicos, se resiste a abandonar esta “comodidad” sin pensar que lo espera una vida muy superior, lejos de este cuerpo físico que tenemos y que puede albergar muchos sufrimientos. Por eso, se recomienda no mostrar mucho dolor ante la muerte de un ser querido, hay que estar sereno y tranquilo, ayudando a que se eleve con oraciones. Otra cosa, se recomienda no ir a visitarlo al cementerio hasta que por lo menos hayan transcurrido tres días desde su inhumación. Se estima que el alma demora en algunos casos de 48 a 72 horas en completar el proceso de desprendimiento del cuerpo físico para pasar a un plano superior, desde el momento que se rompió el famoso "cordón de plata" que une al cuerpo físico con el alma y volver a renacer en el más allá. De lo contrario, el alma queda en una zona intermedia, llamada limbo, bajo astral, purgatorio o Seno de Abraham, de donde tenemos que ayudarla a evolucionar y ascender, mediante oraciones y misas en su memoria.
Ya más adelante, cuando el alma acceda a otros planos superiores de existencia, tendrá la oportunidad de analizar sus acciones en este mundo. La muerte no duele, la angustia y el dolor que la enfermedad u otros padecimientos hubiesen podido causar, desaparecen cuando el alma comienza a acercarse a la dimensión superior que la espera. Y allí recupera su forma juvenil y lozana que tenía a los 40-50 años. Es un renacer a otra vida, que es la verdadera, lejos de esta vida física que dejamos atrás, con sus penurias y sufrimientos. Pero eso ya es motivo de otra nota..